Fiestas

Juan “el padre de Adela”. A la memoria de Juan Manuel Lucas Conejero

Siempre he pensado que a los festeros y más si son los nuestros, los que nosotros tratamos en los Estudiantes y miramos a la cara, tras su marcha hay que cogerlos de la mano y llevarlos a su lucero porque de no hacerlo nosotros, posiblemente no lo hará nadie. No es el momento de blasonar las gestas festeras de Juan “el padre de Adela”, pero sí me voy a permitir, con la venia, unas pinceladas sobre la relación de Juan con la peña “El Cinquico Pelao” y amigos; algunas provienen del corazón, que son, a fin de cuentas, las que honran a las personas.
Lo primero y los más avezados ya lo habrán detectado, ni escribo ni voy a escribir sobre Juan, Juan Manuel, Juanma o Juanito... Sé y lo sé perfectamente desde hace décadas que Juan Manuel Lucas Conejero era Juan para la familia y Juanito para sus íntimos, pero para los que abanderamos este escrito, los amigos y amigas de su hija Adela, nuestro Juan siempre será “el padre de Adela”; estamos, por tanto, ante nuestra particular visión de una persona y no otra.

Juan inició su vida festera en los Piratas de la mano de su padre, que fue a su vez fundador pirata: Juan Manuel Lucas Conca. Como él sabía que estas cosas me encantan, me las solía recordar cada vez que coincidíamos en algún sarao. La vida y los amigos lo llevaron a los Estudiantes, “El Pupitre” y presidencia 1984-1987. Podría escribir un libro de aquello pero voy a destacar dos cosas; siempre se le recordará por la gran obra de remodelación de la parte alta de “La Troya” que levantaría "la pista de arriba" y los Estudiantes siempre fueron su comparsa.

El 31 de abril de 1970 casó con Adela Pérez Bañón y de su matrimonio nacerían nuestras Adela, Begoña y Sonia. La vida continuó y años después sus hijas se casaron y fueron madres de sus nietos que algún día, cuando lean estas líneas sobre su abuelo, quiero que lean sus propios nombres: Javier Hernández Lucas, Luis y Andrea Moltó Lucas y Pablo Castillo Lucas.

Acto seguido me van a permitir una vivencia personal que recuerdo con especial sentimiento. Andaba con mi hijo Fabio por esos mundos festeros de Dios cuando hace 5 o 6 años, nos presentamos en “La Troyica” junto al "Cinquico Pelao". Una vez se fueron envalentonando los ánimos, terminamos al lado del “Pupitre” y del “padre de Adela” por lo que nos pusimos a hablar del sexo de los ángeles festeros; salió a relucir la famosa por supuesta “esquina del Pupitre” en “La Troya” (entrada a mano izquierda, primera esquina de la primera barra conforme al orden de marcha) y es que cuando con 16 años pasábamos furtivamente por dicha esquina, siempre había alguien que decía ¿está el padre de Adela? Era una pregunta recurrente porque Juan y entráramos a la hora que entráramos, siempre estaba en “su” esquina con Adela y los suyos, encadenando las guardias. El caso es que al vernos pasar, nos miraba irónicamente con una medio sonrisa y tras mirar a su mujer le decía “Adela, ¿con quién coño va tu hija?”, tras lo cual nos dedicaba a todos un repetido “adiós, adiós, adiós".

Nuestra conversación se extendió durante más de una hora y viví con él uno de esos momentos que nos marcan de por vida; a sus entonces 65 años más o menos, “el padre de Adela” ya no era un infante. Los pasodobles sonaban y se escuchaba el “santo y seña” de la comparsa: "Amparito Roca". Seguíamos hablando y en un momento dado me percaté de que no me estaba escuchando por lo que hice mutis; su mirada parecía perdida y de sus ojos comenzaron a brotar pequeñas lágrimas que en un hombre de su edad, por las canas y el respeto sincero, literalmente me acongojó. Al terminar de sonar me miró a los ojos y me dijo entre lágrimas “Amparito Roca"… Me van a permitir que diga que llorar al escuchar un pasodoble, está al alcance de muy pocos festeros pese a que en Villena se diga que somos 12.000.

Cuando Calderón de la Barca que además de escritor profesaba la profesión de las armas, escribió aquello de "toda la vida es sueño y los sueños, sueños son", no se equivocaba; el cuerpo parte y "sólo" resta su recuerdo. Como "el padre de Adela" fue un grande para su familia, peña, Estudiantes y nosotros mismos, las amigas y amigos de sus hijas, queremos mantener vivo su recuerdo y expresar públicamente nuestro reconocimiento a la familia de nuestro Juan Manuel Lucas Conejero, especialmente a su mujer Adela, hijas, yernos y nietos.

Seguro estoy que cuando alguna noche pasemos por “la famosa por supuesta esquina del Pupitre” en “La Troya”, tras mirar a la misma y preguntar si ¿está el padre de Adela?, por unos maravillosos instantes lo veremos diciéndonos "adiós, adiós, adiós".

José Vicente Arnedo Lázaro
Extracto del artículo aparecido en El Catón 2016 del mismo título y autor.

(Votos: 0 Promedio: 0)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba